miércoles, 17 de enero de 2018

De Maestros, Ministerios de Educación y otras bendiciones

A propósito del inicio del año escolar voy a hablar del Ministerio de Educación de este país, maestros incluidos. Es también a propósito de la foto de portada del 16 de enero de El Diario de Hoy, en la que muestran una champa de lámina como símbolo de los Centros Escolares públicos, una acción que, a todas luces, es un intento desesperado por poner en mal al Gobierno, atacando al lugar menos indicado.

Veamos

Soy, desde siempre y para siempre, hija de maestros. Uno desde el principio, otra por elección posterior, pero algo tienen en común: su entrega y amor por lo que hacen.

Cuando mi padre tuvo su primera plaza en el Ministerio de Educación lo mandaron lejos. Esa era la bienvenida. Jamás entendí esa lógica. Si se graduaban maestros de todas partes del país ¿por qué mandarlos de punta a punta?. Eran tiempos de conciliación, donde todo tenía que ser sufrimiento. Mi padre fue uno de los orgullosos maestros que formó la Escuela Normal. Su primera plaza, si no estoy mal en la historia, fue en Polorós, departamento de La Unión.



Hoy me sale en el google maps que es un viaje en carro de 4 horas 47minutos (275 km) por la Panamericana o 5 horas 13 minutos (297 km) por el Litoral y subiendo por San Miguel. La cosa es que allá por 1900 ayer que mi padre hacía ese viaje lo hacía en bus, transbordando de terminal en terminal, las carreteras no estaban como hoy, dudo mucho que hayan sido solo 5 horas.

El viaje no terminaba donde lo dejaba el bus. Luego tenía que caminar e incluso atravesar un río. Era un joven en sus veintes y contaba que la primera vez que llegó al punto de pasar el río un lugareño lo vio quitarse los zapatos y al verle los pies le dijo: “nooooo, con esos pies no llega al otro lado” y lo pasó cargado hasta la otra orilla. No era para menos, era el profesor de la escuela.

Después “lo premiaron” con traerlo más cerca, a Dulce Nombre de María en Chalatenango. 125 km. 2 horas 18 minutos en carro dice el maps. En bus eran 2 horas hasta San Salvador, de la capital para arriba era otra historia.



Dicen que luego lo querían mandar más lejos y no quiso. Ya estaba casado, tenía una hija y no le parecía vida estar viéndonos un fin de semana al mes. Lo castigaron y le suspendieron la plaza por 5 años. En ese periodo dio clases en un colegio privado en Santa Ana.

Después volvió al MINED. Le dieron plaza en El Pinalito, una escuela literalmente en la punta del cerro. 17 km. 


Cerquita, diría ud. La cosa es que no había calle, entonces hacía parte del trayecto en bicicleta y cuando empezaba el cerro seguía caminando. 4 horas dice el maps para llegar a pie. Y no era solo llegar, había que llegar presentable, a la hora, y con ganas de atender a 40 niños.

Y así, con el paso de los años, poco a poco, fue llegando a la ciudad.

¿Se quejaba de su suerte? No. Amaba su trabajo. Hubo un tiempo que tuvo los 3 turnos (mañana, tarde y noche). Aun cuando fue Director, siempre daba clases en la nocturna.

Cuando mi madre se graduó de su especialidad “metió papeles” a la departamental de Educación. Le ofrecieron una plaza en el Cantón El Guineo de El Congo. Antes de aceptar fue a conocer con unos amigos que vivían en el municipio. Nadie le aseguró que saliera viva de esa zona. Era costumbre que “se llevaran” a las profesoras en esas calles solitarias. No aceptó. El de la Departamental prometió refundirla en el lugar más recóndito y que jamás vería la ciudad. No hay que olvidar que era mujer. Al poco tiempo salió otra plaza, en el Cantón Los Mangos, Texistepeque. Era cerca de la carretera, así que dejó su trabajo en la ciudad, con aire acondicionado, transporte, refrigerios, fiestas navideñas en hoteles 5 estrellas en San Salvador, bonificaciones y todo, por irse a dar clases al inclemente calor del cantón. Acabó enferma, del calor, del cansancio de la viajadera, de almorzar panes con (inserte cualquier cosa) todos los días, de los nervios de que le aparecieran culebras en las gavetas del escritorio. Atendía kinder en la mañana y 5to grado en la tarde. Sus labores incluían, como en cualquier Centro Escolar rural donde hay un solo maestro para todo, llevar a los alumnos a una cancha de fútbol cercana para darles las clases de educación física.

Llegó a la ciudad como se hace ahora, enviando su currículum cuando veía plazas disponibles. Fue seleccionada por ser Licenciada y además de la especialidad requerida. Nadie “la metió”. Se ganó la plaza. A veces le toca poner de su dinero para el material, se pasa las tardes planificando, haciendo material, elaborando recuerdos para celebraciones – ajá, si, de esos regalitos del día del padre o de la madre que ud habrá recibido alguna vez de sus hijos pequeños - . Hace poco sus ex alumnos que avanzaron a otros niveles y por ende a otro Centro Escolar le estuvieron enviando mensajes para contarle cómo les había ido en su primer día de clases en otro lado. No se quiere jubilar. No lo cambiaría por nada.

Por eso, y porque con muy raras excepciones, tuve excelentes maestros en mi educación pública, odio que hablen mal del Magisterio. No son una bola de haraganes. No trabajan medio tiempo. No les pagan lo que vale su trabajo. Los papás nos volvemos locos con uno o dos hijos a veces. Los maestros tienen 30 a su cargo 5 horas cada día y los saben controlar.

Por el otro lado, el de infraestructura educativa, tengo las referencias de primera mano. He estado ahí, he visto a la gente trabajar. Gobiernos y Ministras – ahora Ministros – han ido y venido. Los técnicos han estado ahí, haciendo su trabajo de la misma manera, no importa el color del partido de turno. Ni se enteran de las burradas que publican los medios de comunicación, están demasiado ocupados trabajando por dejar las escuelas en las mejores condiciones posibles con el presupuesto disponible. No, no salen a las 3:30 – hoy a las 4:30 – les dan las 5, a veces las 6, y ahí están, por el mismo sueldo. Porque siempre hay mucho quehacer, porque siempre hay poco personal. Se emocionan con cada préstamo o donación o proyecto que les llega para poder mejorar la infraestructura educativa, están pendientes de que los diseños sean lo mejor posible y que respondan a las necesidades de los alumnos. 

Por eso, y porque he trabajado en el diseño de infraestructura educativa, odio que hablen mal del MINED. 

Entonces, querido Diario de Hoy, búsquense otra foto de portada para sus temas electoreros, dejen en paz a uno de los pocos Ministerios que lo da todo.

PD: para los que no tienen tuitter. La foto anduvo dando vueltas todo el día, la gente la comparaba con el discurso del Presidente en CIFCO y obviamente se burlaban. El punto es que el referido Centro Escolar no es esas aulas de lámina que la foto de portada mostraba. Es un terreno anexo en donde les construyeron esas aulas provisionales hace 10 años. El Centro Escolar, el de verdad, está en otro terreno. Sus alumnos van con uniforme, ahi están en internet bien bonitos desfilando para el 15 de septiembre. No es lo mismo decir que así están las escuelas del país, que decir que la Directora de la escuela decidió usar ese local porque tenía más demanda de la que podía atender en las aulas formales. Pero eso es una decisión de una persona. Y también es decisión de los padres de familia dejar a sus hijos en ese centro escolar sabiendo las condiciones. No pagan nada, fácilmente se pueden ir a otro en mejores condiciones. No está en el área rural, así que no es que haya solo ese centro escolar en kilómetros a la redonda. Pero claro, la foto habla más que todas estas mil palabras.

No hay comentarios: